En su último libro, Enrique Ciriani sostiene que aquellos encargados de imaginar la ciudad del futuro han perdido la esperanza. “(…) Fundamentalmente hay una pérdida de relación con los dibujos de Hugh Ferris, a quien nadie ha podido superar en imaginería”, señala.
Considerado el gran visionario de Manhattan, Ferris y sus sugerentes dibujos se encargaron de imaginar, proyectar y también mejorar lo propuesto por la Ley de Zonificación de 1916; un documento que definía una envolvente virtual limitando el volumen máximo a ser construido sobre cada lote. En una Gran Manzana en plena embriaguez inmobiliaria, lo máximo permitido era el inevitable presagio del edificio final. Por eso, la Ley de Zonificación, más que un simple reglamento que buscaba mejorar la iluminación tanto de las calles como de los mismos rascacielos, consistía sobre la práctica en el diseño final de un edificio; cuya repetición sobre la cuadrícula de Manhattan, definía nada menos que la idea de una nueva ciudad.
Aunque pueda pensarse lo contrario, el destino de nuestros futuros barrios ya ha sido definido también. El código genético de la evolución de las típicas manzanas limeñas se encuentra en los famosos certificados de parámetros, reflejados en cada uno de los nuevos edificios que van reconformando el paisaje urbano limeño. Pero, ¿Cómo es esta nueva ciudad? ¿Existe un diseño consciente de su conjunto?
Aun cuando la gran mayoría de proyectos que diseñamos son edificios de vivienda multifamiliar entre medianeras, es muy escaso el debate arquitectónico que existente. Así, la ciudad se redefine a diario con la simple multiplicación de un tipo de edificio que nació como solución al problema de migrar de la vivienda unifamiliar a la multifamiliar sobre un mismo lote, sin ningún razonamiento mayor de por medio. Y a pocos parece importarle las consecuencias de esta multiplicación. Calles conformadas por infinitos muros de garajes, enormes muros ciegos medianeros, espacios con vista a pequeños pozos de luz y grandes porcentajes de áreas libres que, paradójicamente, son impedidas de utilizarse colectivamente en las manzanas.
Bien nos vendría hoy un Hugh Ferris, alguien que nos ayude a encontrar aquellos nuevos tipos de edificios con los cuales seguir creciendo, alguien que nos anime a re-imaginar la ciudad del futuro. Junto al equipo de Nómena y gracias al apoyo del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima, venimos investigando cuáles han sido las consecuencias de la multiplicación del multifamiliar contemporáneo en la ciudad para, a partir de ello, pensar en reglas claras y simples que nos ayuden a construir mejores pedazos de ciudad para todos.
Publicado en la Revista Casas el 01 de Octubre del 2014